Muchas veces me han dicho o he escuchado que Amar es Dar. Que el amor verdadero implica ceder, transar, negociar y renunciar. Yo lo vería del ángulo opuesto; implica SER CAPAZ DE RECIBIR Y AGRADECER. Para mí, el amor maduro es permitir al otro expresarse, es tener la real intención de comprenderlo. Si estamos abiertos y somos capaces de ver el aporte del otro en nosotros, ahí estamos queriendo y probablemente recibiremos mucho. Asimismo, a nosotros nos respetan y quieren, cuando os permiten ser nosotros mismos, en nuestra plenitud y complejidad, sin que eso sea tomado como una crítica o una amenaza.
¿Es necesario negociar? Yo diría bien que es necesario el diálogo. Dialogar por dialogar, con la mente y con el corazón, rescatando lo valioso de la búsqueda y aceptando la visión del otro como válida e igual de valiosa que la propia. Ahí es posible realmente comprender, modificar si fuera necesario, evolucionar y enriquecerse mutuamente. Tal vez sería más fácil construir un amor maduro con quien realmente le interese comprendernos, respetarnos y recibir de nosotros lo que genuinamente podemos dar.