Ese sentimiento que nos descompone violentamente y os deja sumidos en total vulnerabilidad y minusvalía, como si el otro fuese a irse repentinamente con esa persona, olvidándonos para siempre, dejándonos abandonados y rechazados. Esa rabia que nos da cuando vemos al ser querido, al parecer sentido como una propiedad privada, que se mueve por otros intereses, dejando en evidencia que no somos su centro ni su foco de atención permanente.
Nos negamos a compartir con esa persona amada, pues amenaza todo cuanto esta reafirmado en nosotros. Si la mirada, de mama dice que soy “lo más hermoso del mundo” y luego aparece otro rey de belleza, queda en evidencia que era una ilusión. Compartirla es aceptar que valgo tanto como todos y no más, que lo que nos une es un vinculo con efectos, con historias y significados, irremplazables, pero no exclusivos.
Pensar que la inclusión de otros en un vinculo enriquece la relación, es una traición a todos mis deseos infantiles de superioridad y posesión.
Aprender a vincularse ya es difícil – exige respetar al otro – y vincularse con otros que están en relación entre ellos y conmigo a la vez, supone reconocerles la compleja capacidad de estar en muchas relaciones simultaneas, sin tener que abandonar ninguna, sin despreciar a nadie.
En una Tríada (madre, padre e hijo; tres amigos, jefe y subalternos, etc), dos pueden competir por la atención de un tercero, o dos pueden relacionarse en función de un tercero (por ejemplo, una pareja de padres que crían a su hijo). Cada miembro de la tríada puede participar de forma activa en dos díadas (pareja, madre – hijo; padre – hijo), y en otro momento cada miembro puede participar en forma pasiva ( observando, disfrutando, cuidando, etc.) como tercero, y por último, como miembro activo de la tríada. Aprender a compartir en grupo, es poder asumir estas distintas posturas de forma flexible en función del desempeño del grupo.
Abandonar las gratificaciones de una relación diádica muy estrecha, en pos de las riquezas de vínculos compartidos, donde otros pueden aportar donde yo no puedo, permite a todos los miembros del grupo general soluciones mejores para todos.
Sin embargo, cada vinculo requiere de ciertos espacios de exclusividad, confidencialidad e intimidad, donde no caben terceros, y la intromisión de estos denota un quiere o falta en el vinculo o falla o quiebre que requiere ser reconocido para que pueda ser separado.
Muchos celos hablan de una diada que no se ha podido conformar bien, de falta de real intimidad y confianza. Otros celos guardan este espacio íntimo de las muchas posibles competencias y amenazas. Y también hay celos que denotan cuan fácilmente las personas se ubica en competencia con otro por la persona amada.