A nadie le duelen las muelas de vecino, era más o menos, lo que decía Wittgenstein, aludiendo a lo intransferible del dolor ajeno.
Ello no significa que no podemos condolernos del pesar y de los sufrimientos del prójimo, entendiendo que el consuelo, la ternura, la compresión, la misericordia, constituyen lo único que podemos ofrecer a quien sufre. Participamos del dolor ajeno, y lo hacemos nuestro voluntariamente. El miedo, en cambio, nos asalta, nos inunda y , suele ocurrir que nuestra voluntad no logre impedir sucumbamos a él.
El siglo pasado, y lo que va del actual, no invitan al optimismo.
Vuelta hacer el inventario de los acontecimientos en los cuales la violencia y la barbarie han hecho tabla rasa de lo que la Humanidad ha construido desde tiempos inmemoriales, para hacer posible la convivencia entre los hombres. De noruega a Israel; desde Siria a México; de Pakistán a París, por doquier y en nombre de distintas creencias y prejuicios, manos homicidas siembran la muerte y el terror entre las gentes indefensas. Mientras tanto, los ejércitos, regulares e irregulares, martirizan a la población civil del Cercano Oriente en virtud de estrategias gubernamentales inconfesables, o demenciales fundamentalismos. En otras latitudes, en tiempos lejanos y cercanos, la Razón de Estado se ha impuesto, a sangre y fuego, condenando a naciones enteras a la miseria material y cultural, situación que perdura más allá de lo tolerable.
¿Cómo es posible que el mal radical Impere, se sostenga en el tiempo y continué su expansión por el mundo?
¿Cómo no atraerse ante la inminencia de un peligro desconocido, cuya irrupción puede destruir nuestra cotidiana existencia?
Alejandro Trejo Y Pablo Krögh, como Don Tirso y Martinez.
“Mal y miedo son hermano Siameses”, nos dice Zigmunt Bauman, y prosigue: “…es imposible encontrarse con uno sin encontrarse, al mismo tiempo con el otro.
La pregunta ¿qué es el mal? , afirma Bauman, es incontestable, porque lo que tendemos a calificar de “malo” o “malvado”, es la clase de elemento o hecho negativo que no podemos entender ni tan solo expresar con claridad y aún menos explicar satisfactoriamente. Llamamos “mal” a lo que se desafía y hace añicos esa inteligibilidad que permite que el mundo sea habitable (2)
Contra la violencia nada pueden, ni el más sofisticado discurso ni el más estructurado argumento. Oponerse al mal radical es un asunto eminentemente práctico, cuya primera y muy prioritaria acción se orienta a superar la parálisis que genera el miedo.
“ El horror y la maldad no se refutan. Contra la violencia, la crueldad y la barbarie, necesitamos mas coraje que fundamentos. Y respecto de nosotros mismos, precisamos menos fundamentos que exigencia y fidelidad… fidelidad a lo que la humanidad ha hecho de nosotros. “ (3)
(1) Zigmunt Bauman, Miedo Liquido, la sociedad contemporánea y sus temores, p . 76. Paidos, Buenos Aires, 2008.
(2) Ibidem
(3) André Comte-Sponville, Presentación de la Philosophie,p.25 Albin Michel, París, 2008