¡No alcanza el tiempo para vivir!
El año es demasiado corto para vivir con sentido, todos los ritos religiosos y/o sociales, que nos impone. Pero, debemos imperiosamente cumplir, no podemos “quedarnos afuera”. Acaso, ¿nos sentiríamos miserablemente inadaptados o profundamente solos?.
Lo que parte con un significado profundo, termina siendo un cúmulo de actividades formales y mecánicas, que más que de paz, nos llenan de tensión y conflictúan. Así terminamos un año y sin alteración, empezamos el nuevo, de vuelta al ciclo. ¿ De la supuesta alegría, generosidad y amor humanos? o ¿Qué queremos aplacar con tanta bulla, carreras, regalos, decoraciones y fiestas?.
¿No sería mejor un espacio de silencio, profundidad y significado, que nos aporte, y nos permita a nosotros aportar algo nuevo; que nos invite a pensar y evaluar, y que – como efecto no deseado – pueda también, ponernos aterradoramente en contacto con nuestros miedos. Tal vez sería así, si seleccionamos un solo ritual anual y lo viviéramos en su esencia, o si creáramos rituales propios de acuerdo a tiempos internos, significados de la vida y búsquedas personales, y no nos esmeráramos tanto en mantener controlado el miedo. Tal vez, no surgirían solo temores y amarguras, sino también cualidades y fortalezas propias y ajenas, y – a mí entender- estaríamos VIVIENDO, CREANDO, AVANZANDO, no solo repitiendo.
¡Seguro, nos sobraría el tiempo!